Invitada: Patricia Fresnedo
Cuenta con Estudios Superiores en Finanzas en el Instituto Tecnológico Autónomo de México ITAM, así como del Programa de Posgrado en Alta Dirección de Seguridad de Empresas de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, España. Miembro de ASIS INTERNATIONAL, capacitada ampliamente en protección ejecutiva, manejo de crisis y continuidad de negocios, manejo evasivo, defensivo y primeros auxilios. Conferencista de talla internacional, especializada en temas de seguridad personal, manejo de crisis, protección ejecutiva, drogas narcóticas, así como maestra en cursos y talleres para escoltas y guardias de seguridad, impartidos en distintos foros empresariales entre los que destaca el Overseas Security Advisory Council de los Estados Unidos OSAC.
Posee una experiencia de tres lustros en el campo de la seguridad, en firmas especializadas en seguridad corporativa y capacitación. Actualmente se desempeña como Directora Ejecutiva de Operaciones para México y Latinoamérica, de una importante empresa global, especializada en manejo de riesgos y seguridad corporativa.
De los errores se aprende y en la Protección Ejecutiva esto debería de ser regla y no excepción. Patricia Fresnedo nos cuenta los errores que le han hecho ser mejor en este ámbito.
Aprender a decir que no
Las empresas de protección ejecutiva viven en trato constante con ejecutivos que creen tener la razón sobre su protección, esto hace que condicionen el servicio a sus prácticas y a sus someros conocimientos en seguridad.
Es necesario ser firmes y decirles a los ejecutivos que si no quieren dejar procesos que ponen en riesgo su vida, no se va a continuar con el servicio.
Todos los que viven con el protegido son el cliente
Aunque el ejecutivo y su familia sean a los que se les debe protección, todos los que los rodean pasan a ser parte del cliente; por lo mismo no se permite que se rebase la línea entre ámbitos profesionales y personales.
La comunicación de los protectores con la empresa de seguridad lo es todo
Actua a la primera señal
Cuando empiecen las mínimas señales que indiquen peligro para los protegidos hay que actuar. Igualmente, si es el mismo protector el que está emitiendo señales de que la relación con su ejecutivo no es buena.
No conocer a tu protegido
Hay que tener un conocimiento profundo y realista de los riesgos que uno puede estar corriendo en el entorno; al conocimiento de las amenazas a que uno puede enfrentarse según el principal.
Así pues, el análisis personal de riesgos es una práctica que comienza con el examen de quién se es, qué se tiene, por qué se tiene, si se puede o no tener, qué se quiere y cómo se quiere obtener en relación con esos tres círculos, el individual, el familiar, el social, en ese orden.
Recomendaciones
La muerte y otras sorpresas – Mario Benedetti
Justicia – Gerardo Laveaga
El Impostor – Pedro Ángel Palou
La Suerte de la Consorte – Sara Sefchovich
Corazón de Piedra Verde – Salvador de Madariaga